Los invitados de The Psychedelic Blog no respaldan, apoyan ni abogan por ningún enfoque de tratamiento específico para las enfermedades mentales a menos que se indique lo contrario. Las opiniones expresadas durante esta entrevista no reflejan necesariamente las opiniones o el respaldo de The Psychedelic Blog. Los lectores siempre deben consultar con profesionales de la salud calificados y realizar su propia investigación antes de considerar cualquier opción de tratamiento. El blog y sus autores no son responsables de ninguna decisión tomada con base en la información proporcionada.
“Tabanok es el primer y el último elemento: EL AMOR.”
“No podemos olvidar la memoria de nuestro origen. Siempre será muy importante recordar de dónde venimos y para dónde vamos, quiénes somos. Recordemos que somos hijos DE AQUÍ MISMO, KAMUENTSÁ, que somos hijos de TSBATSANAMAMA, madre tierra. Recordemos que TSBATSANAMAMA es todo el planeta tierra, y cuando decimos que somos DE AQUÍ MISMO no nos referimos sólo al mensaje de esta palabra, KAMUENTSÁ, que sabiamente labraron nuestros ancestros. Es para toda la humanidad, pues todos somos DE AQUÍ MISMO, del planeta tierra, y todo cuanto existe en el universo es un tejido de millones de destinos y TABANOK es la clave.”
-Tabanok, Camilo Jamioy
“Tabanok es el primer y el último elemento: EL AMOR.”
Dora María Hernández Holguín es una tejedora. Al igual que aquellos que hábilmente tejen fibras en representaciones abstractas de sus naturalezas interconectadas, ella comprende la compleja interacción entre la salud mental y las dimensiones colectivas de la existencia humana. La diferencia, tal vez, reside únicamente en la delicadeza de los conceptos que ella entrelaza.
Sus percepciones provienen de sus primeras experiencias en Medellín, donde abordó la prevención de la violencia en escuelas, familias y comunidades. El enfoque de Dora trasciende una visión individualista tradicional de la salud mental, conectándola en cambio con estructuras sociales más amplias. Destaca el papel crítico que desempeñan las mujeres en la construcción de paz a nivel comunitario, mezclando las tradiciones, el cuidado de las nuevas generaciones y la abogacía pública contra la violencia. Sin embargo, señala las duras realidades: la limitada participación de las mujeres en los procesos de paz nacionales, el estigma predominante, los conceptos erróneos y un sistema de atención de salud a menudo mal equipado para ofrecer servicios de salud mental integrados y pertinentes. La narrativa de Dora no se trata solo de comprender estos problemas; es un llamado a la acción, especialmente para los hombres y las nuevas generaciones, para abrazar masculinidades alternativas y renunciar a actitudes violentas contra las mujeres, apoyando así la salud mental de las mujeres de una manera más significativa.
La comprensión de Dora del comportamiento humano es igualmente innovadora y controvertida. Ella plantea que en el contexto de la violencia, los comportamientos no pueden simplemente etiquetarse como 'buenos' o 'malos'. Esta perspectiva desafía el pensamiento binario prevalente en muchas políticas e intervenciones sociales, abogando en cambio por enfoques matizados y adaptativos que reconocen las complejidades de las experiencias humanas. Su trabajo sugiere que las intervenciones efectivas en salud mental deben abordar las causas fundamentales incrustadas en problemas sistémicos como la pobreza, la educación y el acceso a recursos. Dora enfatiza el vínculo inextricable entre la salud mental, las prácticas culturales y la dinámica comunitaria, abogando por una atención a la salud mental culturalmente sensible que respete e integre estos aspectos. Este enfoque se alinea con las críticas posmodernas a las oposiciones binarias y los 'grandes relatos', abogando por una comprensión más fluida de las identidades y experiencias. Clínicamente, esto se traduce en un enfoque holístico que considera la historia de vida de un individuo, la dinámica familiar y factores sociales más amplios, en lugar de centrarse únicamente en síntomas o diagnósticos. El paradigma centrado en la persona en relación a la atención de su salud mental prioriza las experiencias subjetivas del individuo y su papel activo en su cuidado, marcando un cambio significativo con respecto a las metodologías tradicionales. Véase Atención centrada en la persona y psiquiatría: algunas perspectivas clave, (Boardman et al. 2020)
Su pasión y dedicación por el campo de la atención de la salud mental se hace evidente en el volumen de sus obras publicadas, de las cuales solo algunas incluyen:
En esencia, la obra de Dora María Hernández Holguín es un llamado a repensar la atención en salud mental. Su defensa de un enfoque holístico y culturalmente sensible que reconoce la compleja interacción de factores individuales, sociales y sistémicos representa un avance significativo en nuestra comprensión de la salud mental. Al desafiar nuestras dicotomías tradicionales y enfatizar el papel de la comunidad y la cultura, el trabajo de Dora abre nuevas posibilidades para intervenciones en salud mental más efectivas, compasivas e inclusivas. Su énfasis en el papel de la justicia social y las relaciones interpersonales en la salud mental no es solo una valiosa contribución al campo, sino también un paso necesario hacia una sociedad más empática y comprensiva.
Me siento honrado de que haya aceptado mi invitación a unirse a The Psychedelic Blog. Desde el Grupo de investigación en salud mental de la Universidad de Antioquia en Medellín, Colombia, por favor démosle la bienvenida a Dora María Hernández Holguín.
Robert: Dora, el trabajo que ha realizado es impresionante. ¿Puede hablar sobre qué la llevó a enfocarse en el campo de la salud mental en primer lugar, especialmente para las mujeres?
Dora: Como psicóloga siempre me interesó lo relacionado con el comportamiento humano, y desde el año 2004 he venido trabajando en el campo de la salud mental desde el enfoque de la salud pública, en correspondencia con mi interés en la relación de la salud mental con la macroestructura social. En ese momento, poscrisis de violencia por narcotráfico de los años 80’s y 90’s en Colombia, participé en proyectos de gran cobertura en la ciudad de Medellín, enfocados en la prevención de la violencia en la escuela, en las familias y en contextos comunitarios. Posteriormente, con la intención de una mirada más integral de la salud mental, realizamos varias investigaciones con niños, niñas y jóvenes, enfocadas en la resiliencia y la promoción de la convivencia; sin embargo, al día de hoy podemos decir que esta era una mirada dicotómica de la salud mental, expresada en este caso de varias maneras, entre otras, como comportamientos agresivos vs comportamientos prosociales; violencia vs resiliencia”. Con base en los resultados de las investigaciones nos fuimos dando cuenta de la importancia de superar la mirada preventiva, y principalmente epidemiológica* tradicional de la salud mental; también se hicieron evidentes las múltiples e históricas inequidades sociales que enfrentan las poblaciones expuestas a las violencias, sumado por ejemplo, a la importancia de la vida cotidiana y de las estrategias de crianza. Con estos antecedentes quise acercarme, desde una investigación más de tipo inductiva, a las múltiples maneras de construcción de paz de las comunidades. Fue allí donde me
encontré a las mujeres, desde una perspectiva más amplia a la construcción de paces
en femenino, en la que afortunadamente muchos jóvenes, hombres y mujeres también
están participando ahora. Encontré que una cosa son los procesos de paz desde lo
gubernamental y otra la construcción de paz que hacen las comunidades, muchas veces con un importante papel de las mujeres en estrategias en las que están presentes el valor de las tradiciones, los vínculos, y el reconocimiento de las víctimas como sujetos
políticos.
*Epidemiológico
Definición: La epidemiología es la rama de la medicina que estudia la ocurrencia, distribución y control potencial de enfermedades y factores relacionados con la salud dentro de las poblaciones. Se basa en el principio de que las enfermedades y las condiciones de salud no se distribuyen al azar, y que factores sociales, económicos, ambientales y biológicos determinan los patrones de enfermedad.
Explicación: Los estudios y enfoques epidemiológicos modernos van más allá del simple análisis estadístico de la propagación y control de enfermedades. Incorporan una perspectiva ecosocial que examina cómo las estructuras sociales y las desigualdades impactan los resultados de salud. Este campo reconoce la encarnación de las desigualdades sociales y las exposiciones ambientales, enfatizando la interconexión de la salud individual y poblacional. La epidemiología crítica, particularmente enfatizada en contextos latinoamericanos, aboga por una ciencia ética y valiente, dirigida a abordar las necesidades de salud de las personas de manera que desafíe las civilizaciones insalubres y promueva la justicia social.
Ejemplo: La investigación epidemiológica de Nancy Krieger y los epidemiólogos críticos latinoamericanos ha sido instrumental en destacar cómo las disparidades de salud están arraigadas en desigualdades sociales e injusticias ambientales. Su trabajo proporciona un marco comprensivo para entender los fenómenos de salud, abogando por cambios de políticas que aborden las causas raíz de las disparidades de salud.
Cita: "La teoría epidemiológica se trata de explicar la salud de la población". - Nancy Krieger. (Es acerca de explicar el estado de salud de las poblaciones en un contexto social y ecológico, y no de explicar por qué individuos específicos enferman o se mantienen saludables.)
Robert: Colombia ha sufrido 60 años de conflicto armado y trabaja hacia la paz, ¿deberíamos entender la salud mental de manera diferente en una sociedad posconflicto comparada con sociedades relativamente pacíficas?
Dora: Si bien el Acuerdo de Paz con las FARC-EP es un hecho significativo en el presente y para la historia de Colombia, como colombiana entiendo que la firma del mismo no tendría por qué representar el inicio de una paz perfecta, más bien, nos indica que se dieron unas condiciones significativas para que, con mayor autonomía, nos dispusiéramos a la construcción de paz y de condiciones de vida más dignas. En este sentido, una de las conclusiones a las que hemos llegado es precisamente lo que usted dice: en Colombia deberíamos entender de manera diferente la salud mental, pasar de una “salud mental” que solamente se refiere a las consecuencias emocionales de la guerra, que se concibe como una experiencia y una responsabilidad de carácter individual, y que se recupera esencialmente con medicamentos, hacia una salud mental más integral, que sin negar la conveniencia de medicamentos en algunos casos, estos no son la primera opción. Se parte, más bien, de una “salud mental” que se cuida y se produce en las relaciones interpersonales y con los territorios; que se vincula necesariamente con la paz, ambas como derecho y en relación a la justicia social y a las condiciones de vida dignas. Por lo tanto, a la salud mental se le debe considerar su dimensión política y colectiva, aquella que permite transformar – juntos y juntas – las realidades que producen sufrimiento.
"Las mujeres hacen significativos aportes en la construcción de una paz duradera, y son los hombres con altos cargos en la institucionalidad quienes son reconocidos públicamente por cumplir, como en este caso, con las funciones que les corresponden."
-Dora María Hernández Holguín
Robert: Usted mencionó el acuerdo de paz de 2016. ¿Cómo ha diferido la participación de las mujeres en los procesos de paz en Colombia de los métodos tradicionales de construcción de paz?
Dora: Los procesos de paz a nivel nacional, por lo menos en Colombia, han sido
negociaciones principalmente entre hombres. Un artículo del periódico El Espectador del 06 de abril de 2017, a propósito de la investigación Negociando desde las márgenes: La participación política de las mujeres en los procesos de paz en Colombia (1982-2016) muestra cómo de los 61 acuerdos de paz firmados entre 1982 y 2016 solamente el 4% de las personas signatarias han sido mujeres, y aunque en el Acuerdo de paz con las FARC-EP, tras la exigencia del movimiento feminista y de mujeres, fue creada una comisión de género con una participación activa en la transversalización de los intereses de las mujeres en los acuerdos logrados; aun así, la foto de la firma del acuerdo de paz en 2016 lo muestra como un Acuerdo entre hombres. Las mujeres hacen significativos aportes en la construcción de una paz duradera y son los hombres con altos cargos en la institucionalidad quienes son reconocidos públicamente por cumplir, como en este caso, con las funciones que les corresponden.
Esta diferencia no es solo numérica, la forma de construir paz en los territorios, en
femenino, se ha entretejido en la vida cotidiana, con la denuncia pública de las violencias
cuando estas se han querido ocultar, con la reivindicación de tradiciones que muchas
veces estaban en el olvido: tejidos, comidas, costura, música; con el cuidado y la
educación a las nuevas generaciones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
Robert: ¿Cuál es la relación entre la participación de las mujeres en la construcción de paz y la estabilidad general de las comunidades posconflicto?
Dora: Muchas mujeres han hecho evidentes las violencias, han hecho llamados al respeto por la vida, se ocupan de la crianza de niñas y niños con una perspectiva de construcción de paz y del cuidado de víctimas, conforman grupos, cooperativas y redes de trabajo que alientan la vida en comunidad y les ha permitido a muchos municipios en Colombia sostenerse económicamente, han fortalecido las capacidades de gestión pública en las localidades; todas estas, estrategias hacia una paz duradera, que no se agotan en las promesas de paz entre grupos armados, que si bien son valiosas al permitir la vida, no propenden por transformar una realidad que implica inequidades, reificación de la vida humana e irrespeto por la vida en general.
Robert: ¿Puede hablar sobre cómo la violencia ha impactado la salud mental de las mujeres colombianas y de qué manera el estar expuestas al conflicto armado y la violencia afecta de forma única su salud mental?
Dora: Las mujeres en Colombia en general estamos expuestas a muchas formas de violencia, es por esto por lo que la mayoría de nosotras, y más aún, aquellas expuestas
directamente al conflicto armado, han visto afectada de múltiples maneras su salud
mental, no solamente en términos emocionales con el miedo, la ansiedad, la tristeza, o trastornos psicopatológicos, sino en otras formas de expresión de la salud mental. Me parece que la valentía de estas mujeres es un reflejo de la fortaleza de su salud mental y de la dimensión política de esta, por ejemplo, cuando: salían de sus casas a las calles a
convocar a la paz, se reunían con comandantes de grupos armados para defender el
valor de la vida sin que este encuentro fuera transmitido en los medios de comunicación, se encontraban de forma velada para bridarse apoyo mutuo, o cuando han buscado incansablemente a sus hijos y los hijos de otras mujeres, entre muchas
otras acciones.
Robert: Mujeres fuertes, sin duda. ¿Qué factores culturales en Colombia influyen en cómo las mujeres perciben y buscan ayuda para problemas de salud mental, y cómo las actitudes sociales hacia el género y la violencia impactan esta percepción?
Dora: Las mujeres en Colombia, de forma más tranquila que los hombres, buscamos ayuda para nuestros problemas de salud mental y los de nuestros seres queridos. Para ello, los aspectos culturales tienen mucho que ver, pues tenemos claro que la ayuda se busca en las amigas, la familia – y en contextos del conflicto armado – en las organizaciones sociales en las que encuentran un espacio en el que se pueden desahogar, expresar, desarrollar sus capacidades y ser, al tiempo que van aprendiendo a escuchar y cuidar a otros y otras, y juntas (muchas veces no excluyen a los hombres) le hacen frente al rechazo social de lo femenino, desde el cual se reconoce la debilidad, se valora el encuentro, las demostraciones de afecto y los proyectos comunes.
Robert: ¿Cuáles son las mayores barreras para acceder a la atención de la salud mental para las mujeres en Colombia, especialmente en áreas afectadas por el conflicto?
Dora: La salud mental en Colombia comparte con la salud en general algunas barreras de atención que obedecen, por ejemplo, a la distancia geográfica de los servicios de salud y al criterio económico para el acceso a algunos servicios. Sin embargo, hay particularidades con respecto a la salud mental y a ser mujer víctima del conflicto armado. Las mayores barreras para acceder a la atención de la salud mental podrían estar relacionadas con el olvido y el estigma frente a esta y a los vacíos en su concepción, pues el sistema de salud en Colombia mantiene en todos los niveles de atención una perspectiva dicotómica de salud mental, que se mueve en direcciones patologizantes *, individualistas y/o reduccionistas, que no tienen en cuenta la centralidad de los vínculos para la producción de salud mental, de manera que los dispositivos que se basan en dichos conceptos se ven limitados para una mirada integradora de la salud mental, que se centre en las personas, en sus relaciones consigo mismas, con la estructura social y todo aquello que le rodea, en sus aflicciones y sus itinerarios vitales. De ahí que una de las barreras en los servicios de atención en salud mental que más nos han referido las mujeres víctimas del conflicto armado es la falta de pertinencia y de continuidad de estos. Llegan profesionales a las comunidades, casi siempre en psicología, por 2-3 meses, y en la mayoría de los casos las mujeres, que tienen criterios de valoración porque se han dado apoyo mutuo, sienten que el servicio que reciben es insuficiente en tiempo y no pertinente en su condición de víctima (esto podría estar relacionado con la perspectiva individualista, descontextualizada y
patologizante de la salud mental).
*Patologizantes
Definición: El término 'patologizantes' se refiere al proceso de ver o tratar un comportamiento, creencia o condición como indicativo de una enfermedad o trastorno psicológico o biológico.
Explicación: Este proceso implica enmarcar algo que puede estar dentro del espectro del comportamiento o experiencia humana normal como anormal o insalubre, lo que típicamente requiere atención médica o intervención. Esto puede tener implicaciones significativas, ya que puede estigmatizar a los individuos y potencialmente conducir a un diagnóstico excesivo o un tratamiento exagerado. Es un término frecuentemente discutido en el campo de la salud mental para criticar cómo las normas sociales pueden influir en lo que se considera "saludable" o "enfermo".
Ejemplo: Si el intenso duelo de alguien por la pérdida de un ser querido se etiqueta como depresión clínica y se trata como tal, sin considerar el proceso natural del luto, esto podría verse como un acto patologizante de una experiencia humana normal.
Cita: "El peligro de los procesos patologizantes en comportamientos normales puede llevar a una sociedad menos tolerante de la diversidad de emociones y experiencias humanas." - Dr. Allen Frances
Robert: ¿Qué rol juegan las organizaciones comunitarias, como AMOR, en abordar las
necesidades de salud mental de las mujeres?
Dora: Puede decirse que AMOR, así como otras organizaciones de mujeres de Antioquia y otras regiones de Colombia, ha posibilitado que las mujeres y la sociedad puedan comprender, en primer lugar, las afectaciones de la salud mental de las mujeres por causa de violencias estructurales, directas y simbólicas, atravesadas por la violencia patriarcal a lo largo de sus vidas, de anteriores y nuevas generaciones de mujeres; y, en segundo lugar, con su modelo de pasos y abrazos y con su proceso de formación política de las mujeres, ha logrado desde sus prácticas de construcción de paz y en relación con la salud mental poner en armonía elementos como el cuerpo, lo colectivo, el territorio, lo político, la sanación, lo estético y lo creativo.
El rol de AMOR y de otras organizaciones de mujeres en Colombia ha sido de cuidadoras
de otras mujeres, de sus familias y comunidades, y como maestras en la comprensión
sobre la salud mental y el arte de su cuidado.
Robert: Me encanta. ¿Se considera la esperanza como un componente clave en el enfoque terapéutico para manejar la enfermedad mental?
Dora: Sí, la esperanza es un componente clave en el enfoque terapéutico en el momento de acompañar a personas con problemas de salud mental. Es más, seguramente es uno de los elementos que llevan a la persona a buscar apoyo y acompañamiento en la vivencia de su sufrimiento, pues la esperanza constituye la confianza en que las cosas pueden ser mejores y que hay posibilidades de sentirse y de vivir de manera diferente, más satisfactoria. Sin embargo, la esperanza puede perderse según lo vivido en la realidad individual, de allí que con ella es importante, entre otros, favorecer el fortalecimiento de los vínculos de la persona y su sensibilidad y su accionar político en los espacios en los que se desenvuelve, lo que le podría permitir comprender y buscar la manera de transformar su realidad más allá de los síntomas del malestar o sufrimiento experimentado.
Robert: ¿Podría sugerir formas en las que los hombres pueden estar involucrados en apoyar las necesidades de salud mental de las mujeres en Colombia?
Dora: Esta pregunta me parece muy compleja. Me atrevería a decir que en primera instancia pediría de parte de los hombres acompañamiento respetuoso, sin imponer sugerencias, sin embargo, ante una violencia patriarcal tan marcada, es posible que esto no se dé por una simple sugerencia. Tengo conocimiento de hombres, principalmente de nuevas generaciones, que están trabajando en masculinidades alternativas, lo que creo que por lo menos marca la pauta para que ellos desde allí se vayan cuestionando y cambiando posiciones violentas contra las mujeres y lo femenino, y por supuesto, estigmatizantes contra la salud mental. Me parece que este es un buen camino.
Robert: ¿Podría hablar sobre alguna investigación o proyecto en curso relacionado con la salud mental de las mujeres en Colombia en el que esté involucrada?
Dora: En este momento está terminando el proyecto “Afectaciones de las Infracciones a la Misión Médica –IMM– sobre las mujeres trabajadoras de la salud, con ocasión del conflicto armado, el caso colombiano “, una investigación en la que participé (equipo de investigación en Colombia: Esperanza Echeverry, Yadira Borrero, Isabel Garcés, Carlos Iván Pacheco, Alejandra Marín, Dora Hernández) y cuyos artículos están en proceso de publicación. Para la investigación se hizo un estudio cualitativo con un método biográfico, historias de vida temática, reconstruidas a partir de entrevistas a 26 trabajadoras de salud, luego de un análisis documental sobre el contexto del conflicto armado interno en Colombia en tres zonas priorizadas, los departamentos del Cauca y Chocó y la región del Catatumbo en Norte de Santander, y de 17 entrevistas a profundidad con expertos temáticos. El objetivo fue comprender los daños que las IMM han tenido sobre las trayectorias de vida de las trabajadoras de salud y las formas de afrontamiento y resistencia que ellas, sus familias, las instituciones de salud y sus comunidades han desplegado ante las mismas. El análisis condujo a tres trayectorias de vida “tipo”: “la vida en la adversidad crónica”, “vidas reconstruidas principalmente por y para el cuidado familiar” y “vidas que se rehacen desde y con los procesos organizativos”, en las cuales fue visible la importancia de la familia, de la espiritualidad y los procesos políticos organizativos en los afrontamientos y resistencias de las mujeres víctimas de IMM; y la insuficiente respuesta del Estado (por ejemplo de los servicios de salud mental) en los casos.
Robert: Espero con interés ver más sobre el tema. ¿Qué mensaje le gustaría compartir con las jóvenes colombianas que aspiran a involucrarse en la construcción de paz y la defensa de la salud mental?
Dora: Yo no me atrevería a dar recomendaciones para la construcción de paz, yo he sufrido el conflicto armado, como creo que nos pasa a todos los colombianos, pero no soy víctima directa; solo puedo decir algunas cosas de lo que he aprendido de mujeres que han construido paz desde hace más de 20 años. Ellas trabajan por una paz positiva, más allá de la firma de un acuerdo entre los grupos armados y el gobierno (en gran medida comandados por hombres) y el cese del fuego armado; trabajan por una paz, que aunque incompleta e imperfecta, favorezca la equidad social y económica, la educación básica de calidad, el derecho a la salud, la participación democrática, el desarrollo sustentable, entre otros, pues la falta de oportunidades para un desarrollo personal en la sociedad colombiana, es lo que ha hecho que muchos jóvenes sean “utilizados” en la guerra. En este mismo sentido, es importante la construcción de paz para la superación de todas las formas de violencia, intrafamiliar, simbólica, sexual y armada, todas ellas sustentadas en la violencia patriarcal, es fundamental que como colombianas, independiente de nuestro rol profesional, familiar y social, comprendamos nuestra historia y las de las violencias que seguimos enfrentando, llevemos estas reflexiones a nuestros hogares, escuelas, concejos municipales, universidades y organizaciones para que entre todas construyamos formas de enfrentarlas y superarlas, apropiadas a nuestra cultura.
Yo les diría a las mujeres jóvenes que quieren trabajar en la salud mental en Colombia que hay mucho por hacer, que hemos ido insinuando un camino para superar el paradigma individualista, descontextualizado, patologizante y reduccionista en salud mental que se ha venido trasmitiendo desde las universidades sin mayor posición crítica, que no se trata de negar o dejar de lado los aportes de la perspectiva biomédica de la salud mental, pero sí de ir más allá de ella. Necesitamos investigar y documentar las experiencias de sufrimiento psíquico y social en Colombia, las respuestas comunitarias e institucionales para enfrentarlos y así ir creando un paradigma más acorde a nuestra realidad social, histórica y cultural.
Robert: ¿Qué tradición cultural valora o disfruta?
Dora: Me encanta tomar café en Colombia, en una tarde soleada en las mesitas de la acera de una cafetería o una panadería de una calle concurrida, o en una montaña alta que me permita ver el panorama mientras converso con personas queridas. Además, admiro mucho el Carnaval de Negros y Blancos que se celebra en Pasto, Nariño en enero de cada año.
Robert: ¿Quiénes son sus modelos a seguir en la vida y qué cualidades admira en ellos?
Dora: Mis modelos a seguir los ubico en el campo de la salud mental, por un lado, las personas con sufrimiento psíquico – y en el caso de Colombia, también con sufrimiento social – quienes con valentía, humildad, esperanza y sus propios recursos y el de sus comunidades y colectivos han logrado ver el valor de la vida, cultivar los vínculos con otros, reconocerse en un contexto social e histórico exigente y han ido descubriendo, aprendiendo y construyendo formas de actuar para no dejar de vivir.
De otro lado, le agradezco y admiro a autores que desde Italia, Francia y Brasil han sabido tomar distancia de su tiempo y su cultura y se han atrevido a replantear prácticas sociales violentas en relación con las personas con problemas de salud mental, prácticas que niegan el sujeto y la expresión de la subjetividad, ellos comprendieron desde el punto de vista humanitario lo que sucedía y el daño que se causaba en nombre del conocimiento formal.
También admiro y agradezco a mis estudiantes por las preguntas y respuestas compartidas, no como un asunto solamente académico sino como preguntas que tocan
nuestra propia vida.
Robert: Esto estuvo excelente, Dora. He querido comprender mejor la atención de la salud mental en Colombia y esta conversación me ha ayudado enormemente.
Creo que comparto lo que puede ser un sentimiento común con muchos que anhelan una victoria decisiva o algún tipo de avance revolucionario en la batalla contra las enfermedades mentales. Quizás esta perspectiva está condicionada simplemente por la retórica política o la propaganda que a menudo rodea a varias campañas, donde se hacen afirmaciones grandilocuentes con poca consideración por la responsabilidad más allá del mandato de quienes las hacen. Con la atención de la salud mental, el cambio incremental es alentador. Y también lo es saber que hay personas inteligentes y apasionadas trabajando en ello.
Espero que mis lectores hagan lo que puedan para apoyar los servicios de salud mental en Colombia y/o dondequiera que estén.
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